No esquiva ningún tema. Flavio Mendoza llega cansado a LA GACETA -el ajetreo del día se le nota en los pliegues bajo los ojos-, pero su sonrisa no mengua. Tampoco su facilidad de palabra: el bailarín y coreógrafo estuvo ayer en nuestra provincia para promocionar la venida de su show, aunque frente al micrófono aceptó referirse a varios temas más. El 5, 6 y 7 de septiembre los tucumanos podrán disfrutar “Stravaganza, water in art” tal cual lo vieron antes miles de personas en Mar del Plata, Carlos Paz y la Capital Federal. A diferencia de otras producciones, la de Mendoza no llegará en versión reducida o económica. “Aquí incluso se verá mejor porque este escenario de gira es mucho más grande y complejo que el del teatro. Aprovechando que es nuevo, le pusimos algunos chiches”, se ufana el artista, y a continuación se explaya sobre varios ítems de su vida personal y laboral.
- La relación con Tucumán: “Tengo una hermana, Silvina, casada con un tucumano y juntos viven en El Mollar desde hace años. Mi mamá vivió un tiempo también en ese pueblo. Yo vengo muchas veces, camuflado en el avión, y agarro el auto y me voy con ellos. ¿Qué hago allá? ¡Ay, nada! Como porquerías y descanso. Es un lugar maravilloso para desconectarse y, al venir de la locura de Buenos Aires, me relajo. Igualmente a los dos días ya me aburro, porque soy hiperquinético (risas). Pero es muy lindo El Mollar”.
- La apuesta con “Stravaganza”: “para mí, este show es todo, es cumplir el sueño de haber creado un espectáculo que quedará en la historia del teatro nacional. Hoy lo puedo decir, porque antes no me lo creía, pero después de los récords que batió estoy súper orgulloso. Por eso la meta es que se lo vea tal cual: los espectáculos que son de una forma y para el interior se reducen, no muestran el producto original. Sin criticar a los demás, soy de los que lleva todo. ¿Las otras producciones le falta el respeto al público? Hay de todo: están los artistas que hacen una locura como nosotros, otros que no se animan a eso y otros que pueden hacerlo y no quieren porque saben que la gente los verá igual. A mí me gusta mostrar el show como se creó desde el primer momento, aunque eso implique una inversión muy grande. Pero también lo hacemos porque la gente nos dijo que sí”.
- Su personalidad obsesiva y detallista: “soy muy exigente con mi elenco, un rompepelotas. Me doy cuenta hasta si alguien tiene mal maquillado un ojo y eso que somos 50 artistas en el escenario. Me fijo en el que no se afeitó. Eso también ha hecho de mí quién soy: ser detallista y fijarme desde lo más chico hasta lo más grande. A veces los detalles pequeños son los que hacen una gran diferencia Recuerdo que una vez firmé un contrato como bailarín y decía que teníamos que llevar jabón y toalla. Yo dije “qué horror, para qué te ponen esto”, pero el productor me explicó que hay gente a la que lamentablemente hay que pedirle que se lave. Vengo de la escuela de la disciplina y soy así en mis espectáculos. Llego más de dos horas antes de los shows para maquillarme y prepararme, y exijo eso de mis artistas”.
- Sus recuerdos de la niñez en el circo: “fue la mejor infancia porque al ser nómade y viajar de un lado a otro, se generaban cosas nuevas todo el tiempo. Por ejemplo, si un colegio no te gustaba, te cambiabas a los pocos días (risas). También me gustaban mucho las Navidades en el circo, eran geniales. Se armaba una gran mesa en el escenario y nos juntábamos toda la familia, era muy divertido”.
- Marcio Ignacio, su ex tucumano: “son tremendos los tucumanos, ¿no? Cuando conocí a Marcio dije ‘qué bueno’, porque mi cuñado es tucumano y es un amor; creí haberme sacado la lotería. Marcio fue a Buenos Aires y me pidió disculpas, así que le deseo lo mejor. No soy un tipo que se quede con lo malo de las personas, siempre intento quedarme con lo bueno. En ese momento (de la ruptura) sí fue feo. También creo que a él lo orientaron muy mal: la Capital es muy difícil, no cualquiera puede ser famoso. Y en esto que le dieron dos minutos de cámara, hubo gente que le llenó la cabeza y le prometió ‘mirá, así te hacés famoso, así llegás a (Marcelo) Tinelli’. Y después no es así. La TV te usa como a una lata de tomate: sos lo instantáneo, lo rápido, y después te descartan. Lamentablemente, Marcio lo entendió tarde, pero valió la pena que me haya pedido disculpas y que esté todo bien, más que nada por nuestras familias. Esa historia ya cerró, ahora estoy en otra sintonía. Sé que me manejé re bien: cuando él me pidió hablar otra vez después de todo lo que había pasado, que fue terrible, acepté porque necesitaba cerrar una historia. ¡Y él quería volver! Pero no, dije ‘en este momento no puedo’. Después de todo lo ocurrido, tiene que pasar mucho tiempo”.
- Las polémicas en televisión: “las polémicas ayudan para salir en los programas del momento porque la TV necesita llenar espacios y, lamentablemente, al público le gusta el puterío. En vez de hablar de que ‘Stravaganza’ está siendo un éxito increíble, hablan de quién sale conmigo. ¡Es lo menos importante! Las peleas les sirven a los programas, pero al artista no porque si luego se presenta en un teatro y no tiene ningún contenido, chau. El público te aguanta una temporada, no más. Muchos mediáticos han salido de ‘ShowMatch’: aparecieron un año y después no sabés dónde están, ni tienen cómo sostenerse. Tienen dos minutos de fama y no laburan más, no invierten”.
- Los contras de la fama: “la privacidad está reducida a su mínima expresión y eso es muy perverso. Yo lo sufro. No soy de exponer con quién salgo, ni de mostrarme en boliches de forma alocada, porque no es mi esencia. Pero al ser un personaje público, todo el tiempo sos noticia”.